Las personas a las que se les diagnostica la enfermedad de Alzheimer, manifiestan principalmente, un notable deterioro de las funciones de la memoria, la capacidad de deducir y razonar.
Inicialmente se pensaba que las personas con enfermedad de Alzheimer eran incapaces de aprender, por lo que intentar estimular su memoria mediante ejercicios cognitivos, resultaría una tarea inútil o prácticamente improductiva. Pero, en los últimos años, se ha demostrado que no es así, que tanto las personas mayores como aquellas diagnosticadas de Alzheimer, en su fase leve o moderada, también son capaces de aprender (Calero, 2000; Fernández-Ballesteros, Zamarrón, Tárraga, Moya, e Iñiguez, 2003).
Este esperanzador hallazgo, se basa en las ultimas demostraciones científicas de que la neurona dañada, tiene capacidad para regenerarse i crear nuevas conexiones (Goldman y Nottebohm), es lo que se denomina: plasticidad del sistema nervioso o neuroplasticidad. Esta capacidad de la neurona también se mantiene en las de la persona mayor, e incluso en la persona con Alzheimer leve o moderado.
Todos estos avances han hecho que, cambie el enfoque de tratamiento de este tipo de pacientes, pasando de un abordaje basado
en la medicación a un tratamiento que combina el farmacológico con el no farmacológico, es decir el que promueve la estimulación de las capacidades intelectuales, el entrenamiento de la memoria, ejercicios para mantener las habilidades de la vida diaria. Estas intervenciones tienen el efecto de enlentecer el deterioro de la memoria y las capacidades intelectuales, así como las capacidades para mantenerse autónomo en las actividades de la vida diaria.
El hecho de conseguir que se conserven estas capacidades durante el máximo tiempo
posible, se basa en la anterior nombrada “neuroplasticidad”, que hace referencia a la respuesta que da el cerebro, para adaptarse a nuevas situaciones y restablecer el equilibrio alterado después de una lesión (Geschwind).
La eficacia de estos programas de entrenamiento se han comprobado en diversas investigaciones, donde las personas con demencia, tratadas, mejoran respecto con las que no reciben este tipo de entrenamiento (Ermini-Fünschilling, 1998; Herlitz, 1991; De Vreese, 1999; Tárraga 1994; Tárraga et al., 2006).
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estimulación cognitiva en personas con Alzheimer. Y sesión de ejercicios para mejorar: resistencia, equilibrio y flexibilidad en el adulto mayor.