ALIMENTACIÓN DEL BEBÉ Y PRIMERA INFANCIA

Las necesidades nutricionales del recién nacido son proporcionalmente mayores que las de los adultos. No obstante, a medida que el crecimiento y maduración progresan se ha de disminuir el aporte nutricional.

La nutrición en el recién nacido ha de cumplir los siguientes objetivos:

– Cubrir las necesidades de mantenimiento (basales)

– Asegurar la energía y los nutrientes que exige el crecimiento

– Evitar tanto carencias como excesos

El peso, la talla, el crecimiento de los huesos, del cerebro, la dentición, el desarrollo psicomotor y sensorial, nos sirven para valorar las necesidades nutritivas de esta etapa.

Hasta los seis primeros meses de vida el lactante se puede alimentar únicamente de leche materna. La leche tiene un papel fundamental en la alimentación del niño hasta el primer año de vida. A partir de entonces es necesario introducir otro tipo de alimentos, aunque se puede mantener la leche materna como aporte lácteo hasta el año de edad.

Durante los seis primeros meses el lactante es capaz de succionar y deglutir, pero aún no ha desarrollado la capacidad de digerir ciertas proteínas. A partir de entonces se han de introducir con prudencia alimentos no lácteos preparados de forma adecuada.

La primera infancia, de 1 a 3 años, supone la consolidación de la diversidad de alimentos en la dieta y la adaptación progresiva a la alimentación del adulto.

La nutrición en esta etapa ha de cumplir los siguientes objetivos:

– Potenciar la diversidad en la dieta

– Mantener un ritmo adecuado de crecimiento y desarrollo

El aporte de energía es elevado, pero menor que en el lactante ya que el ritmo de crecimiento va disminuyendo con la edad, e interesa tener especial cuidado en la ingesta de Calcio (lácteos) y Hierro (carne).